¡Sopas de inclusión para una buena educación!

En Nou Barris, después de dieciséis años cocinando y probando sopas de todo el mundo, sabemos que una buena receta empieza siempre por unos buenos ingredientes. Pero atención: no se trata de incluir los ingredientes más caros o los más difíciles de encontrar. Lo más importante es que cada verdura, cada especie o cada legumbre dé a nuestra receta su toque especial, que se va añadiendo al toque que dan el resto de ingredientes para acabar haciendo un caldo particularmente sabroso … Para que la sopa salga bien, el secreto es seleccionar cuidadosamente los ingredientes, uno a uno, y cocinarlos a fuego lento y con mucho amor.

Este año nos hemos propuesto cocinar una buena sopa de educación, y por eso nos hemos parado a pensar cómo podríamos hacer que esta receta fuera suculenta … Sin duda, esta debería contar con algunos ingredientes fundamentales, que no pueden faltar, como el tomate para el gazpacho o los garbanzos para el cocido. Hablamos por ejemplo de inclusión, de igualdad, de coeducación…, elementos básicos con los que cocinar una buena sopa educativa.

Pero, ¿qué significa inclusión? Los especialistas en la materia consideran que la educación inclusiva debe cumplir dos objetivos básicos:

  1. Ofrecer a todo el alumnado las mismas posibilidades de éxito, independientemente de sus características personales, necesidades o capacidades físicas o psíquicas.
  2. Proporcionar la oportunidad de crecer conjuntamente, compartiendo experiencias y aprendizajes, viviendo en primera persona la diversidad.

Tan importante es, pues, ofrecer a todos las mismas oportunidades, los mismos derechos, como dar la posibilidad de compartir experiencias de manera conjunta. La escuela inclusiva es por definición un espacio de diversidad: no es sólo un lugar donde entender y respetar las diferencias, sino que por encima de todo es un espacio para vivir las diferencias en primera persona y construir día a día la convivencia.

En la escuela aprendemos compartiendo, reconociendo nuestra diversidad. Si no compartimos, nos perdemos buena parte de nuestra experiencia educativa. Pensemos por un momento qué sería el Festival de Sopas sin la experiencia de la cocina compartida, sin el calor del caldo humeando, sin la mezcla de olores, de colores y de texturas…

¡Viva la cocina, viva la sopa, viva la escuela!

26 marzo, 2019